
En este proyecto regional se abordó el problema de los productos agropecuarios de seis países de África Meridional que no cumplían las normas relativas a los límites máximos de residuos (LMR) en los principales mercados, por lo que se enfrentaban a restricciones comerciales.
A fin de resolver los problemas relacionados con los residuos de plaguicidas, en el marco del proyecto se elaboraron directrices regionales armonizadas para el registro de bioplaguicidas y agentes de control biológico. Estas directrices permiten la aceptación recíproca de los datos generados o los registros realizados en otros lugares, lo que racionaliza el proceso de registro y promueve el uso de bioplaguicidas.
En el marco del proyecto también se ha elaborado y promovido una estrategia de reducción de residuos gracias al uso de bioplaguicidas, destinada al mango y el aguacate, al tiempo que se produjeron materiales didácticos para mejorar el intercambio de conocimientos. Actuando de manera combinada, estas actividades tienen por objeto aumentar la disponibilidad de los bioplaguicidas, mejorar el cumplimiento de los niveles de residuos y apoyar la agricultura sostenible, lo que contribuye al logro de los ODS 2 y 8.
El proyecto complementó otros dos proyectos en curso en la región de la SADC (STDF/PG/634) y América Latina (STDF/PG/753).
El proyecto está dirigido al sector agrícola de África Meridional, en el que las exportaciones de cultivos son vitales para muchas economías nacionales. La agricultura aporta entre el 4% y el 27% del PIB a los Estados miembros de la Comunidad de Desarrollo de África Meridional (SADC) y representa aproximadamente el 13% de los ingresos de exportación, lo que hace que el cumplimiento de las normas relacionadas con los residuos sea fundamental para el crecimiento económico. Sin embargo, algunos países de la región se enfrentan a importantes pérdidas debido a los rechazos de las exportaciones a raíz del incumplimiento de esas normas. El Foro de Reguladores de Plaguicidas de África Meridional (SAPReF) atribuye este problema en parte a la utilización excesiva, el uso indebido y la mala gestión de los plaguicidas. Los excesos de residuos son especialmente comunes en los cultivos tratados con plaguicidas químicos sintéticos destinados a eliminar las plagas que aparecen al final de la temporada.
Los bioplaguicidas ofrecen una solución estratégica a los problemas de residuos, ya que por lo general están exentos de las prescripciones en materia de LMR en los países importadores y pueden ayudar a reducir el uso general de plaguicidas. El proyecto puso a prueba un enfoque innovador que combina el uso de plaguicidas convencionales con bioplaguicidas al final de la campaña agrícola a fin de eliminar las plagas más importantes y reducir los residuos de plaguicidas.
A efectos de impacto e inclusión, el proyecto involucró a una amplia gama de colectivos interesados, entre ellos organismos de reglamentación, organizaciones de protección fitosanitaria, investigadores, agricultores y asociaciones industriales.
Las autoridades gubernamentales de seis países tienen un sistema de reglamentación en vigor destinado específicamente a los bioplaguicidas
Las "Directrices armonizadas para el registro de productos bioplaguicidas y agentes de control biológico en África Meridional" se elaboraron sobre la base de aportaciones y asesoramiento de funcionarios encargados de la reglamentación de los países participantes en el proyecto de la SADC (con inclusión del Foro de Reguladores de Plaguicidas de África Meridional - SAPReF), asesores jurídicos y un experto en reglamentación internacional. El proyecto de Directrices recibió posteriormente el apoyo de los 16 Estados miembros de la SADC representados en el SAPReF, además de los seis países beneficiarios del proyecto, lo que fue un resultado muy positivo, si bien inesperado. Las Directrices regionales armonizadas de la SADC se presentaron al Comité Técnico de Protección Fitosanitaria de la SADC y, una vez aprobadas por el Consejo de Ministros de la SADC, facilitarán el registro y la reglamentación de los bioplaguicidas y los agentes de control biológico, y promoverán el registro recíproco de productos en los países de la SADC mediante normas mutuamente aceptadas de reglamentación de bioplaguicidas. Como medida concreta para promover la adopción de este marco regional, cinco de los países beneficiarios (Botswana, Mozambique, Tanzanía, Zambia y Zimbabwe) elaboraron hojas de ruta para su incorporación a la legislación nacional. En el marco del proyecto se organizaron 15 diálogos, entre ellos una reunión a la que asistieron participantes de todo el continente, y cinco talleres a nivel nacional, que contaron con 534 participantes (312 hombres y 222 mujeres), y se elaboraron cinco hojas de ruta para incorporar las Directrices a los procesos de reglamentación nacional.
Nuevos datos sobre residuos, y conocimientos mejorados para interpretar esos datos, en relación con el uso de bioplaguicidas (combinados con plaguicidas convencionales) a fin de reducir los residuos de plaguicidas
Se realizaron dos estudios de reducción de residuos en aguacates y mangos para evaluar la eficacia de dos bioplaguicidas: el aceite de neem y cryptogran. Estos bioplaguicidas se probaron para evaluar su capacidad de reducir los residuos de dos plaguicidas convencionales (carbendazima y metoxifenocida), y al mismo tiempo proteger los cultivos de los daños causados por las plagas de fin de temporada. Los resultados mostraron que la sustitución de la aplicación final de plaguicidas por un bioplaguicida alcanzó el mismo nivel de control de plagas en comparación con el uso de plaguicidas convencionales a lo largo de la temporada, lo que redujo al mismo tiempo los residuos de plaguicidas en hasta un 50%. Estas constataciones son una contribución significativa al desarrollo de un sistema para la reducción de residuos mediante el uso de bioplaguicidas que ofrecerá a los agricultores un enfoque práctico para gestionar los residuos de plaguicidas. Hay siete grandes agricultores que ya han empezado a utilizar este enfoque para cumplir los LMR. Con el fin de generar los conocimientos necesarios para apoyar el desarrollo y la utilización a gran escala de este enfoque, se impartió formación técnica presencial a científicos de laboratorio y científicos sobre el terreno (30 personas en los siete países, a saber, 21 hombres y 9 mujeres), junto con capacitación sobre aptitudes interpersonales.
Establecimiento de estrategias de GIP y BPA para las principales combinaciones de plagas y cultivos y el uso de bioplaguicidas
En el marco del proyecto se elaboraron siete productos relacionados con el conocimiento, entre ellos un conjunto de instrumentos de GIP (gestión integrada de plagas), a saber, el "Documento de orientación para evaluar la utilidad de los bioplaguicidas en los programas de gestión integrada de plagas", y guías de buenas prácticas agrícolas (BPA) para los agricultores. El conjunto de instrumentos de GIP ayudará a los agricultores a determinar la idoneidad de los bioplaguicidas en el marco de un programa de GIP en diversas circunstancias. Las guías sobre BPA elaboradas incluyen hojas informativas de fácil utilización sobre diversos aspectos del uso de bioplaguicidas, así como fichas informativas sobre las principales combinaciones de plagas y cultivos, a saber, las que se investigan en los estudios de reducción de residuos del proyecto: el hongo de la antracnosis en el mango y la falsa polilla de la manzana en el aguacate. Estos materiales se elaboraron en consulta con asociados del proyecto y se difundieron ampliamente a las principales partes interesadas del proyecto, incluidos los agricultores y grupos de agricultores. Se celebraron talleres nacionales sobre este conjunto de instrumentos en cinco de los seis países del proyecto, dirigidos a representantes de grupos de agricultores, en los que se formó a 216 personas (134 hombres y 82 mujeres). Además, el proyecto aportó datos sobre 166 bioplaguicidas al Portal de Bioprotección del CABI (Centro Internacional para la Agricultura y las Ciencias Biológicas), que abarcan información sobre Mozambique, Sudáfrica, Tanzanía y Zimbabwe.
Otros resultados
El proyecto tuvo un papel destacado en un taller sobre la elaboración de directrices para bioplaguicidas a nivel continental, celebrado en marzo de 2024 en Sudáfrica. El evento convocó a 294 participantes de 23 países para examinar las directrices subregionales y sentar las bases de los debates sobre la elaboración de directrices a nivel continental, un proceso que está llevando a cabo la CFI en colaboración con otros asociados que participaron en el taller.
A nivel nacional, en Tanzanía, la publicidad de los medios de comunicación del equipo del aguacate alentó a las empresas a registrar más bioplaguicidas, a fin de aumentar la cantidad total de 37 a 42 y ampliar su uso a cultivos como el anacardo y el algodón.
En Zimbabwe, la estrecha colaboración entre el proyecto y el equipo de la FAO dio lugar a resultados inesperados pero positivos, lo que inspiró a la FAO a comprometerse a apoyar la incorporación de las directrices reglamentarias a la legislación nacional y la adopción de bioplaguicidas.
Por último, en la Cuarta Cumbre Mundial sobre Usos Menores se presentó el concepto del sistema para la reducción de residuos mediante el uso de bioplaguicidas, que ayuda a los agricultores a resolver los problemas relacionados con los residuos y acceder a los mercados de exportación. El sistema para la reducción de residuos mediante el uso de bioplaguicidas suscitó interés en la Asociación de Productores de Aguacate de México, por lo que la Asociación extendió una invitación para presentar el proyecto en su Reunión General Anual, lo que fomenta el aprendizaje y la colaboración interregionales.
Participación de las partes interesadas y creación de relaciones: el hecho de hacer participar a representantes del sector público mediante talleres y comités consultivos posibilitó su participación activa y reforzó su compromiso con el proyecto. La comunicación clara de los beneficios del proyecto fomentó la participación de los asociados del sector privado, lo que a su vez promovió la identificación con el proyecto y la contribución a este. La creación de relaciones positivas con los organismos de reglamentación y los encargados de la formulación de políticas fue muy valiosa para mejorar la comprensión de los procesos nacionales, lo que ayudó a simplificar la armonización de la reglamentación. Globalmente, estas conexiones generaron confianza y propiciaron interacciones más armoniosas, lo que aumentó la capacidad del proyecto para adaptarse a la reglamentación. Esta experiencia puso de relieve la importancia de la participación proactiva de las partes interesadas respecto de la armonización con las políticas nacionales y el logro del éxito y la sostenibilidad a largo plazo del proyecto.
Colaboración: las asociaciones estratégicas con organizaciones como la APAARI, la FAO y el CABI aumentaron las repercusiones del proyecto al aprovechar las fortalezas complementarias. La APAARI apoyó la creación de capacidad, mientras que el CABI facilitó el intercambio de datos sobre bioplaguicidas. La FAO, el CABI, el USDA y CLAME apoyaron conjuntamente un taller regional sobre directrices a nivel continental, mientras que la colaboración con el CFI y el USDA posibilitó la armonización con las normas. Esta colaboración posibilitó la optimización de los recursos del proyecto y permitió el intercambio de conocimientos y el acceso a herramientas, lo que en última instancia amplió su eficacia general y generó repercusiones más amplias.
Flexibilidad y adaptabilidad: la capacidad del proyecto para adaptarse a dificultades imprevistas, como muestra la organización de actividades virtuales durante la pandemia de COVID-19, fue crucial para mantener su impulso. La flexibilidad del STDF para adaptarse a las solicitudes posibilitó que el proyecto respondiera con prontitud a la evolución de las circunstancias, lo que permitió que el proyecto siguiera avanzando a pesar de las dificultades. La capacidad de adaptarse rápidamente pone de relieve la importancia de mantener un enfoque flexible respecto de la gestión de los proyectos, lo que permite que las actividades continúen desarrollándose sin tropiezos a pesar de las circunstancias imprevistas.
Comunicación: las actividades usuales de seguimiento por correo electrónico y llamadas telefónicas fueron cruciales para que las respuestas llegaran a tiempo, se fomentara la colaboración y las partes permanecieran informadas e involucradas. Una visibilidad coherente en varias plataformas reforzó la propuesta de valor del proyecto y lo acercó a otras iniciativas complementarias.
Las reuniones estructuradas desempeñaron un papel importante en el mantenimiento de la viabilidad del proyecto. Las sesiones bisemanales del equipo técnico ayudaron a mantener la atención centrada en diferentes cuestiones, hacer un seguimiento de los progresos y resolver las dificultades rápidamente. Las reuniones bianuales con el Comité Directivo del Proyecto y la Junta Consultiva del Proyecto permitieron la realización de ciclos continuos de información, la apertura de los debates y una participación sostenida de las partes interesadas. Por último, las reuniones ordinarias con el SAPReF facilitaron una aceptación más amplia de las directrices más allá de los países que participaron en el proyecto. Globalmente, esta labor puso de relieve la importancia de una comunicación coherente y una participación y una colaboración estructuradas a fin de involucrar ampliamente a las partes interesadas y lograr el éxito a largo plazo del proyecto.