El proyecto tenía por objeto fortalecer el sistema de certificación de los servicios acreditados y crear capacidad para aplicar medidas sanitarias y fitosanitarias (MSF) a los cultivos orientados a la exportación en Nicaragua.
Pueden consultarse los resultados del proyecto aquí.
La agricultura en Nicaragua ha experimentado una rápida transformación, que ha supuesto el aumento de las exportaciones a los mercados de la UE y de los países que suscribieron el Tratado de Libre Comercio entre la República Dominicana y Centroamérica (CAFTA) y el crecimiento de supermercados en el mercado interior. Esta transformación ha obligado a los agricultores a cumplir especificaciones más rigurosas en materia de calidad e inocuidad de los alimentos, incluidas MSF internacionales. La falta de información y de conocimientos prácticos sobre cómo cumplir las MSF internacionales hubiera podido echar a perder importantes oportunidades de mercado que ya han aprovechado pequeños, medianos y grandes grupos de agricultores nicaragüenses. Los agricultores también han tenido que obtener la certificación de sus explotaciones, lo que, a su vez, permitiría proteger la cadena de suministro y garantizar la salud de los consumidores. Por consiguiente, los servicios de formación en materia sanitaria y fitosanitaria orientados al mercado eran esenciales para subsanar las deficiencias de capacidad en relación con las buenas prácticas agrícolas (BPA) a nivel gubernamental, académico y de cooperativas agrícolas. Con ese fin se había previsto organizar demostraciones prácticas para los agricultores (en parcelas modelo sobre el terreno), impartir cursos elaborados por el proyecto en colaboración con los círculos académicos y certificar instructores en un sistema de formación normalizada para la obtención de un diploma y de certificación de la competencia de las personas, también elaborado en el marco del proyecto.
Mayores conocimientos de las medidas sanitarias y fitosanitarias y mejora de las prácticas agrícolas
Los agricultores y sus familias, los técnicos agrícolas, los funcionarios públicos, los profesores universitarios y el personal encargado de la acreditación se han beneficiado del proyecto y, como resultado, han mejorado sus conocimientos sanitarios y fitosanitarios y de las BPA. Los agricultores han adoptado un enfoque mejor para reducir los riesgos y peligros de los alimentos contaminados químicamente, al tomar conciencia de cómo afecta esto a la salud, el medio ambiente y el valor del comercio. Los productores que participaron en el proyecto han adoptado mejores medidas agronómicas, sanitarias y de seguridad, así como prácticas higiénicas y de manipulación de plaguicidas, lo que ha propiciado un aumento de la calidad de los cultivos, la mejora de la gestión de los suelos, la fertilización, la gestión integrada de plagas, prácticas higiénicas y de recolección/envasado, condiciones de trabajo más seguras, una disposición de contenedores de plaguicidas más respetuosa con el medio ambiente, la reducción del uso de plaguicidas y fuentes de agua más limpias.
Mayor acceso a los mercados
El perfil del país desde el punto de vista sanitario y fitosanitario ha mejorado debido a una mayor confianza en los productos, lo que le ha permitido seguir accediendo a los mercados de exportación y le ha dado la posibilidad de penetrar en nuevos mercados. En este proyecto se ha creado también un buen punto de partida para hacer que las BPA sean conocidas y aplicadas a otros cultivos/productos y para fortalecer el sistema nacional de gestión de medidas sanitarias y fitosanitarias en las instituciones y el sector privado. Por ejemplo, alrededor de 60 agricultores exportan ahora pitahaya gracias a uno de los efectos indirectos del proyecto. El comercio de semillas de sésamo registró un crecimiento del 48,5% en volumen y un aumento del 16,5% en precios en el período 2013-2015.
El proyecto allanó el camino para que los agricultores cumpliesen las prescripciones de certificación de BPA. Con el apoyo de seguimiento, el número de explotaciones certificadas aumentó de 3 a 125. Varios agricultores obtuvieron la certificación por la insistencia de los compradores nacionales (supermercados como Walmart) o los clientes internacionales, que exigen el cumplimiento de las BPA como parte de su debida diligencia.
Recursos y formación de alta calidad para crear capacidad en materia sanitaria y fitosanitaria
Gracias a un estudio preparatorio que abarcó a 385 productores, se determinaron los principales problemas de las etapas de producción y comercialización del cacahuete (maní), el fríjol (judía), el gombo y raíces y tubérculos. Además, el ejercicio sirvió para evaluar la distribución geográfica y estructural de las partes interesadas que trabajaban en la zona.
Basándose en los resultados del estudio y con el apoyo del IICA, el MAGFOR y determinadas cooperativas nicaragüenses, se construyeron 35 parcelas de demostración que abarcaban 11 provincias y que contaron con la participación de 21 organizaciones de productores y 3 universidades. Gracias a este enfoque de "aprendizaje práctico", los agricultores participaron activamente en las sesiones de creación de capacidad y las parcelas modelo sirvieron de herramienta de aprendizaje en el proceso de aplicación de las BPA.
Se establecieron unidades para impartir formación en normas sanitarias y fitosanitarias a grupos de agricultores, en las que se emplearon manuales prácticos y materiales fáciles de usar, como folletos y vídeos. Los manuales ayudan a los usuarios con la aplicación de las BPA en general, así como en cuatro cultivos distintos (fríjol (judía), cacahuete (maní), raíces y gombo), y con la aplicación de buenas prácticas de manufactura (BPM), procedimientos operativos normalizados y sistemas de análisis de peligros y de puntos críticos de control (APPCC). Se impartió formación técnica a 6.347 agricultores (de los cuales un 30% eran mujeres) y productores en 277 sesiones de formación. Se impartieron 39 sesiones de formación adicionales en las universidades participantes, que beneficiaron a 1.043 estudiantes. A fin de agrupar a estudiantes y agricultores, se organizaron cinco "jornadas prácticas sobre el terreno" para conocer organizaciones modelo y enriquecer los conocimientos adquiridos en un intercambio de ideas sobre los problemas de aplicación de las BPA.
La infraestructura de las parcelas de demostración se mantiene tras el proyecto y los productores la están utilizando como modelo de forma de trabajar aplicando buenas prácticas y en explotaciones comunitarias vecinas. Se sigue formando a pequeños grupos de estudiantes en las instalaciones establecidas en las universidades.
Difusión constante del conocimiento
Se elaboró un plan de estudios para otorgar un diploma universitario ("Diploma en calidad, inocuidad y trazabilidad de productos agrícolas"), con la cooperación de los asociados en el proyecto. Se identificó a 35 expertos nacionales como candidatos para impartir el diploma que participaron como formadores de los grupos de agricultores en las zonas de producción. Más de 700 estudiantes han recibido desde entonces formación en BPA y cuestiones sanitarias y fitosanitarias, lo que a su vez contribuye a crear un sistema de producción de alimentos más fiable en todo el país. Los cursos se siguen impartiendo en la actualidad y continúa la formación de estudiantes en BPA.
Se sigue garantizando la difusión del conocimiento mediante los manuales, materiales, vídeos, publicaciones y folletos elaborados, así como la infraestructura construida, que divulgan la importancia de las buenas prácticas a otras partes interesadas que no participaron en el proyecto.
Establecimiento de organismos de certificación
Basándose en la norma ISO 17024 (norma para los programas de certificación de personal), el objetivo del proyecto era establecer dos organismos de certificación de personal capacitado en cuestiones relacionadas con los aspectos sanitarios y fitosanitarios, que habrían tenido su sede en la UNA y el MAGFOR. Se impartió formación a 65 profesionales en la norma ISO 17024: inspectores del MAGFOR, funcionarios del INTA, el IICA y universidades. Tuvo lugar un proceso de intercambio entre funcionarios de la ONA, el MIFIC, el MAGFOR, la UNA y el IICA, incluido un viaje de estudio a la Argentina. Gracias a la cooperación con el Organismo Argentino de Acreditación, este viaje sirvió como ejercicio de aprendizaje para la aplicación de la norma ISO 17024. Durante la ejecución del proyecto, no se completó el sistema y procedimiento de certificación para verificar las competencias de los organismos de certificación de personas. Sin embargo, se reforzó la capacidad de la ONA y fue preparada para la siguiente fase de desarrollo de los servicios de acreditación de organismos de certificación de personas.
Evaluación del desempeño del sector público
Se utilizó la herramienta del IICA de Desempeño, Visión y Estrategia (DVE) con el fin de evaluar y reforzar el sector público. La herramienta sirvió para recopilar datos de todos los departamentos del Instituto de Protección y Sanidad Agropecuaria (IPSA, dependiente del MAGFOR) (jefes de departamento, funcionarios, inspectores y jefes de las oficinas regionales), así como de 60 inspectores sobre el terreno. Los resultados han permitido planificar y reorientar las medidas sobre sanidad vegetal a medio plazo y, en último término, mejorar los servicios de sanidad vegetal. Los resultados no se han publicado porque se trata de información sensible.
Los resultados del proyecto se pueden consolidar aún más mediante actividades de seguimiento, entre las que se podría incluir prestar ayuda al MAGFOR para la formación de su personal. Basándose en el enfoque del "aprendizaje práctico", las parcelas de demostración sobre el terreno podrían extenderse a otros cultivos comerciales clave impulsados por la demanda (por ejemplo, carne de bovino, leche), o a nuevas zonas geográficas. El proyecto contribuyó a crear un grupo clave de cursillistas que puede ampliar los resultados para seguir reforzando las medidas a nivel nacional e impulsar la aplicación de las BPA, las BPM y los APPCC en todo el país.
Para promover los conocimientos locales, en el futuro deberían considerarse cuestiones clave como publicar más manuales sobre BPA en cultivos específicos, seguir formando personal calificado e iniciativas adicionales de formación de instructores a fin de promover aún más el conocimiento de las BPA y las MSF.
El país debería dar prioridad a un proyecto complementario orientado a confirmar la ONA como organismo de acreditación para la certificación de personal. El MIFIC, el MAGFOR y el IICA deberían coordinar esta tarea y podrían recibir la ayuda de otros donantes interesados, como la UE.